La deshidratación amplifica el estrés: un riesgo oculto para la salud

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La deshidratación crónica no se trata solo de sed: empeora significativamente la respuesta del cuerpo al estrés, aumentando potencialmente el riesgo de problemas de salud graves como enfermedades cardíacas, diabetes y depresión. Un estudio reciente publicado en el Journal of Applied Physiology revela que incluso una deshidratación leve eleva los niveles de cortisol durante situaciones estresantes en más del 50% en comparación con personas adecuadamente hidratadas. Esto significa que no beber suficiente agua puede empeorar el estrés y perjudicar su bienestar a largo plazo.

El vínculo entre el agua y las hormonas del estrés

Investigadores de la Universidad John Moores de Liverpool (LJMU) dividieron a los adultos sanos en dos grupos: los que bebían constantemente menos de 1,5 litros de líquido al día (“poco líquido”) y los que cumplían con los niveles de ingesta recomendados (2 litros para las mujeres, 2,5 litros para los hombres). Ambos grupos se sometieron a la prueba de estrés social de Trier, una simulación de estrés psicológico estándar.

Si bien ambos grupos experimentaron aumentos similares de ansiedad y frecuencia cardíaca, solo el grupo con bajo nivel de líquido mostró un marcado aumento en el cortisol en la saliva, la principal hormona del estrés. Esta diferencia fue evidente a pesar de que los participantes en el grupo con bajo nivel de líquido no informaron sentir particularmente sed. Su orina era más oscura y concentrada, lo que indicaba una mala hidratación y se correlacionaba directamente con una mayor reactividad del cortisol al estrés.

Cómo la deshidratación desencadena la liberación de cortisol

La conexión radica en la hormona vasopresina. Cuando el cuerpo detecta deshidratación, libera vasopresina para conservar agua, lo que ejerce una presión adicional sobre los riñones. Fundamentalmente, la vasopresina también afecta el centro de estrés del cerebro (el hipotálamo), lo que desencadena la liberación de cortisol. Esto significa que la deshidratación no sólo te da sed; activamente te hace más estresado.

“La reactividad exagerada del cortisol al estrés se ha asociado con una mala salud a largo plazo”, explica el Dr. Daniel Kashi, fisiólogo que participó en el estudio.

Conclusiones prácticas

La investigación refuerza las pautas de hidratación actuales: intente consumir aproximadamente 2 litros de líquido al día para las mujeres y 2,5 litros para los hombres. Una forma sencilla de controlar tu hidratación es comprobar el color de tu orina: el amarillo pálido indica buena hidratación. Mantener agua cerca, especialmente durante períodos estresantes (fechas límite, presentaciones, etc.), podría ser un paso proactivo hacia una mejor gestión de la salud.

Ignorar una hidratación adecuada no sólo provoca malestar físico; alimenta un círculo vicioso de mayor estrés y mayor riesgo de enfermedades crónicas. Dar prioridad al consumo de agua es una forma sencilla de apoyar el bienestar inmediato y a largo plazo.